PEDOFILOFOBIA: La contagiosa culpa, el previsible miedo, la peligrosa pasión y la consecuente ignorancia

Después de conocer la insólita noticia de un ladrón en Australia que tras robar un móvil y percatarse que contenía pornografía infantil se entregó para denunciarla, quisiera desarrollar el boceto de la idea que titula este post. Como suele suceder en estos asuntos, independientemente del idioma, algún periodista interpretó la noticia como: Un ladrón se entrega para denunciar a un pederasta al que robó el móvil (ver noticia)

Si nos vamos a la fuente original de la noticia en el  Sydney Morning Herald, «I’m bad…but no that bad» (ver noticia original),  se indica que la acción del ladrón dio lugar a la detención de un hombre de 46 años al que se le imputaron cargos de pornografía infantil, no de abusos sexuales infantiles.

Para contextualizar la noticia,  es importante conocer lo que pasa en la Internet australiana:

  • Un país que quiere habilitar un filtro censor en su Internet con un alcance mucho más allá de la justificada pornografía infantil (ver noticia)
  • Un país donde la imagen de una mujer adulta con senos pequeños es una imagen prohibida (ver noticia)
  • Cerca de 100 detenidos en Australia por «pedofilia en la Red» (ver noticia). Según interpreto de esa noticia se detuvieron a los titulares de las IP que visitaron una web y descargaron unas fotografías.    Dicho así, puede parecer un delito, pero supongamos que algún usuario llegara a esa web después de hacer clic a un enlace como este: soy musulmán. En el registro del servidor del Vaticano aparecería un GET a las imágenes que su portal muestra, señalando a la IP del que la ha visitado.  Lo que no quedaría reflejado en ese registro (log) es que la inducción a visitar ese portal no fue motivada por su dogma.

Con este panorama,  que nos muestra una nación que parece estar institucionalmente bajo la moral victoriana con  una sociedad camino de la Edad Media:

– ¿Qué motivó a que el ladrón se entregara? ¿La contagiosa culpa que provoca ver las imágenes de un abuso sexual infantil o el previsible miedo a ser acusado de algo horrible?

– La precipitada traducción que convirtió erróneamente al titular del móvil en pederasta ¿tal vez fue generada por la peligrosa pasión del traductor inhibido de prudencia? ¿su mensaje propagó a la Sociedad la consecuente ignorancia sobre estos asuntos?

Mientras que la  la contagiosa culpa y el previsible miedo parecen extremos de una motivación, la peligrosa pasión es la mecha que prende la consecuente ignorancia  que nos conduce a proyectar un odio irracional al que se nos presenta como victimario, por encima de la atención y prevención a las víctimas que se muestran en unas evidencias digitales y de las que todos parecen olvidarse.

Estos son los elementos inhibidores del pensamiento crítico que provoca la bruma de la pedofilofobia.

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La pedofilofobia, el peor virus de Internet