El desenfoque de los pedofilofóbicos en España

Cuando uno habla de estos asuntos, siempre debe dejar claro el punto de partida: los abusos sexuales, de cualquier índole, deben ser perseguidos y castigados.  El objetivo debe ser ayudar a las víctimas y detener a sus agresores.  Cualquier actuación que nos desvíe de ese camino es una gravísima irresponsabilidad.

Desde hace dos años soy asiduo y censurado seguidor del blog del español Marcelino Madrigal.   Una persona que dedica su tiempo libre a denunciar la pornografía infantil existente exclusivamente en las redes sociales.  Su centro de atención se ha trasladado en los últimos meses desde la «vieja red social»  de Windows Live a la popular Facebook.

Marcelino sabe que en España no se detienen usuarios de las redes sociales por pornografía infantil, sino a usuarios P2P.  Así lo manifestó en su post «El desenfoque en la lucha contra los abusos en menores en el P2P«.     Lo sorprendente es que a pesar de saberlo, Marcelino nos usa (a los detenidos P2P)  para generalizar un problema «la pornografía infantil en las redes sociales». Un problema con escasa repercusión en España (no digo que no exista).  Tal y como le han indicado en varias ocasiones nuestros agentes,   no es un problema con repercusión en el espacio www español:

A Marcelino no le importa si en los últimos años en España hemos sido detenidos más de 3000 usuarios de las redes P2P  con argumentos técnicos ridículos.  Miles de personas y familias arruinadas socialmente sin opciones a la presunción de inocencia.

Marcelino ante una discrepancia de sus argumentos,  te convierte en pedófilo o aliado de la pedofilia.  Si un organismo, ante su acoso moral,  deja de hacerle caso,  este organismo pasa a la lista negra de los defensores de la infancia en España.   Si un gurú le tapa sus ideas,  se convierte en su fijación.  Así,  día a día Marcelino va revelando su motivación en estos asuntos, que en mi opinión está lejos del objetivo que menciono en el primer párrafo.  Todo por proteger la imagen del niño digital, aunque no sepamos bien quién es y desconozcamos quién ha cometido el delito original.

¿Marcelino es un internauta que no ha sabido diferenciar lo privado de lo íntimo,   que da consejos sobre privacidad que no se aplica,   que descarga pornografía infantil ¿para uso propio? (189.2 del Código Penal no especifica que tenga que ser un uso sexual) para posteriormente alterar esas imágenes y publicarlas impunemente (189.7 del Código Penal) en un servidor alojado en España,  y cuya única labor consiste en  denunciar las imágenes existentes en perfiles extranjeros de una red social en la que está presente su propia empresa?   … en el caso de Marcelino,  de momento considero que es más estupidez que maldad (Hanlon).

Desviar la atención del verdadero foco de intervención me parece muy grave. En España los abusos sexuales ocurren en el entorno cercano del niño, lejos de internet.  Perseguir a los perturbados estaría bien, si en ese camino liberamos a un niño de su sufrimiento y detenemos a su agresor.  Perseguir a un perturbado únicamente por el odio que nos supone su parafilia, nos convierte a nosotros mismos en enfermos: pedofilofóbicos.

Un mudo en el país de los ciegos.

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